Zeus le envió a Epimeteo a esa primera mujer como regalo, quien hechizado por su belleza decidió unirse a ella de inmediato.
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Como regalo le ofreció a ambos una bellísima caja adornada con piedras preciosas y oro.
La caja estaba cerrada, pero al darle Zeus la llave a la mujer (Pandora) le advirtió que si querían vivir felices no la abrieran nunca.
Epimeteo y Pandora vivieron felices muchos años una vida idílica y tanto ellos como sus descendientes ajenos a todo tipo de problemas, felices como los dioses, sin penas, sin preocupaciones ni vejez que los amenazara.
Permanecían siempre jóvenes, se divertían en forma permanente y vivían de las frutas de la tierra sin matar a ninguna criatura viviente para subsistir.
No existían ni robos ni crímenes, y cuando se cansaban de tanto vivir se tendían bajo un árbol y allí se dormían eternamente.
Entonces, una suave brisa los transportaba a un lugar aún más tranquilo y mágico.
Pero un día, la curiosidad pudo más y Pandora abrió la caja y fue así como surgieron las desdichas y los males de este mundo, como las enfermedades, las amarguras, los dolores y otras desgracias.
La esperanza fue lo último en salir en forma de un pequeño pájaro y como símbolo del consuelo para la humanidad.
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