El Coricancha (Templo dorado, originalmente Inti Kancha («Templo del Sol») es el templo inca sobre el cual fue construido el Convento de Santo Domingo.
El Recinto de Oro era un lugar sagrado donde se recibía al Sol y se agradecían sus dones, por lo que sólo se podía entrar en ayunas, descalzo y con una carga en la espalda en señal de humildad.
El Coricancha es el templo mayor, cuyo recinto sagrado está limito por un muro con una especie de proa curvilínea. Encerraba una roca sagrada, el usnu, llamado en algunas fuentes Intihuatana, el Lugar del Sol.
Este era un portal por el que, a través del sacrificio, se ponía en relación la divinidad, simbolizada por el Sol, con los seres humanos, haciendo del interior de cada uno un Sol (de la misma forma que se hace en la actualidad con Jesucristo, Buda, etc.).
En buena parte subsisten también los edificios originales, entre los que destacan cuatro construcciones rectangulares, colocadas dos a dos, siguiendo un perfecto eje de simetría y que, según los cronistas, estuvieron cubiertas de placas de oro y pedrería para recibir al Sol interior.
El Coricancha era también el mausoleo de los soberanos incas que se convertían en antepasados guias, entre ellos el creador de la dinastía de los Hijos del Sol: Manco Capác.
En el exterior había un jardín artificial de oro en el que los terrenos eran pedazos de oro fino, y de oro eran el maíz y las mazorcas, las llamas y los hombres con sus cayados que las guardaban y otros muchos animales.
Actualmente el antiguo Coricancha se ha convertido en el convento e iglesia de Santo Domingo.
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