
Zeus, Dios supremo del Olimpo griego, que fue hijo y sucesor de Cronos -a quien le usurpó el liderazgo después de sucesivas victorias- representaba al poder y el orden cósmico, aunque sin embargo estaba sujeto al Hado, su propio hijo, que fue salvado por su madre Rea de ser devorado por su padre.

Hado constituye el símbolo del destino y la fatalidad, y para los filósofos antiguos representa la serie y orden de causas encadenadas unas con otras que necesariamente producen un efecto.
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