Walter Cruttenden de BRI, el profesor Richard Muller de UC Berkeley, y el Dr. Daniel Whitmire de la Universidad de Lousiana, entre varios otros, han especulado durante largo tiempo sobre la posibilidad de que nuestro Sol tenga una compañera todavía no descubierta.
La mayor parte de la evidencia ha sido más estadística que física. El reciente descubrimiento de Sedna, un pequeño objeto planetoidal detectado por el astrónomo de Caltech, Dr. Michael Brown, proporciona lo que podría ser una evidencia física indirecta de una compañera solar.
Acompañando a los recientes descubrimientos realizados por el Dr. Brown, que demuestran que Sedna se mueve en una inusual órbita elíptica, Cruttenden a determinado que Sedna se mueve en resonancia con los datos orbitales previamente publicados para una hipotética estrella compañera.
En el número de Mayo de 2006 de Discover, el Dr. Brown afirma: “Sedna no debería estar allí. No hay forma de colocar a Sedna en el lugar en que está. Nunca se acerca lo suficiente como para ser afectado por el Sol, pero nunca se aleja lo suficiente como para ser afectado por otras estrellas… Sedna está pegado allí, congelado en su lugar; no hay forma de moverlo, básicamente no hay forma de ponerlo allí, a menos que se haya formado en ese lugar. Pero está en una órbita muy elíptica. No hay manera posible… pero está.

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